"Mi abuelo Juan de Jesús Arévalo, un visionario adelantado a su tiempo, introdujo el cultivo del café al Valle de Tenza a mediados de los años 50. Fascinado por el aroma de los granos tostados que había probado en un viaje al eje cafetero, soñó con cultivar su propio "oro rojo". Con paciencia y dedicación, experimentó con diferentes variedades hasta encontrar las más aptas para nuestro suelo volcánico y clima templado. Recuerdo las tardes que pasaba en la finca, observando a mi abuela Rebeca seleccionar los mejores frutos rojos y sentir la fragancia que emanaba del tostador artesanal. Mi padres, Jesús Antonio Bohórquez y Flor María Arévalo, heredaron esa pasión y me enseñaron los secretos del cultivo. Hoy, cada vez que tomo una taza de café INDULGENTE, siento el sabor de la tradición familiar y el orgullo de pertenecer a una tierra que produce uno de los mejores cafés del mundo."